La maestra del suspenso: Patricia Highsmith

Marzo 12, 2021
Cultura
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Patricia Highsmith nació el 19 de enero del año 1921 en la localidad de Forth Worth, Texas (Estados Unidos).

En el año 1927 se trasladó con su madre a la ciudad de Nueva York.
Tras concluir lo estudios en la Julia Richmond High School, Patricia estudió latín, griego e inglés la Universidad de Columbia.

Después de finalizar su instrucción académica a mediados de los años cuarenta y tras ocuparse en revistas de cómics y como comercial, Highsmith comenzó su actividad como escritora colaborando en la revista Harper’s Bazaar.

Sus compañeros de clase recordaban su parquedad, su mirada oculta tras el flequillo y aquellas manos desmesuradas que trataba de esconder. Sus lecturas serían Dostoievski, Melville, Conrad, Poe y, especialmente, Karl Menninger, cuyo ensayo The human mind (La mente humana) incluye estudios sobre pirómanos, esquizofrénicos y psicóticos. En él descubrió una de las constantes psicológicas de sus mejores personajes: que “el hombre y la mujer de la casa de al lado podían padecer una extraña psicosis sin que nadie lo apreciase”.

Finalizó sus estudios de periodismo en la Universidad de Columbia en 1942, mientras flirteaba con el Partido Comunista, y el año siguiente consiguió trabajo en una editorial. A pesar de su fama de huraña y esquiva con sus colegas, contó en los inicios de su carrera con la ayuda de Truman Capote, quien la introdujo en el grupo literario de Yaddo, en Nueva York. A los 24 años publicó su primer cuento, pero el éxito le llegaría con su primera novela, Extraños en un tren (1950), una obra que fue rechazada por cinco editoriales antes de ver la luz.

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A partir de los años sesenta, su dificultad para la vida en sociedad y sus acuciantes manías la abocaron a una vida itinerante por Gran Bretaña, Francia y Suiza. Siempre celosa de su intimidad, mantuvo un precario equilibrio entre sus ansias de soledad y sus complejas relaciones sentimentales. Los excesos con la bebida la llevaban a menudo a perder el control, que solo mantenía durante sus procesos de creación literaria. En 1961 escribió en uno de sus diarios la decisión de no volver a vivir con ningún ser humano. Aunque no lo logró plenamente, se distanció más si cabe del trato con la gente. A cambio, cultivó una intensa adoración hacia los gatos y los caracoles. Estos últimos la acompañaron siempre en sus continuos cambios de residencia, e incluso los hizo protagonistas de alguno de sus relatos.

Como otros artistas críticos con la sociedad estadounidense, obtuvo mejor acogida en Europa que en su propio país, en el que solo logró el favor del público tras su muerte. Ocurrió en 1995, en la ciudad suiza de Locarno, donde vivía, naturalmente, sola.

Muchas de sus grandes obras han sido trasladadas con gran éxito al cine. Extraños en un tren, de Alfred Hitchcock, A pleno sol, de René Clement, El amigo americano, de Win Wenders, y El talento de Mr. Ripley, de Anthony Minguella, son probablemente sus adaptaciones más aplaudidas.

 

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