A veces una sola persona puede cambiar el rumbo de muchas otras.
A veces, un egresado no solo lleva el nombre de su universidad: lo transforma, lo eleva, lo vuelve semilla.
Así fue Eduardo Aldana Valdés, así lo recordamos hoy.
Eduardo, uno de los primeros en creer que Uniandinos debía ser mucho más que una asociación: una comunidad comprometida, solidaria y con visión de país. Un espacio de construcción colectiva que no termina con el diploma, sino que empieza justo allí.
Una vida ligada a la Universidad desde sus primeros pasos
Graduado como Ingeniero Civil en la primera cohorte de la Uniandes, Eduardo Aldana fue uno de los protagonistas de los años fundacionales de la institución. Asumiendo roles de liderazgo que dejaron una huella imborrable:
Eduardo Aldana contribuyó activamente a la idea de la construcción de una institución de educación superior en Purificación, Tolima, su ciudad natal, con el propósito de ampliar el acceso a la educación para los jóvenes de la región.
Mucho antes de que Uniandinos existiera, Eduardo Aldana Valdés ya promovía la idea de construir comunidad entre estudiantes y egresados. Durante su paso por Estados Unidos, fundó la Colombian Students Association en Illinois, un espacio que impulsaba el sentido de pertenencia y apoyo mutuo en el exterior.
Esa experiencia fue el punto de partida para una visión más amplia: fortalecer los lazos entre los egresados Uniandinos y su universidad. A su regreso a Colombia, participó en la fundación de AEXANDES, hoy Uniandinos, y en los años 90 fue una figura clave en su consolidación como organización nacional.
Una beca con nombre propio, un legado para el futuro
Uniandinos creó la Beca Eduardo Aldana Valdés como reconocimiento a su compromiso con la educación y la formación de liderazgos transformadores. Desde entonces, esta beca ha permitido que estudiantes con excelencia académica y limitaciones económicas accedan a Uniandes.
Un legado que nos habita
Su influencia permanece en la convicción de que los egresados son agentes de transformación; en la certeza de que la educación es la herramienta más poderosa para cerrar brechas; en la idea de que la universidad no termina con la graduación, sino que es un vínculo vitalicio con el conocimiento y con el país.
Hoy, Uniandinos se despide con gratitud de uno de sus grandes referentes. Su visión ayudó a construir la comunidad que hoy somos. Su legado como líder, como educador, como ciudadano, seguirá orientando a quienes creen en una sociedad más solidaria, más preparada y más unida.
Gracias, Eduardo.
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