Los muros de la galería de Uniandinos se transformaron en un portal hacia un mundo completamente nuevo con la inauguración de la exposición individual de Adriana Marmorek, bajo la atenta mirada de la curadora Paula Silva. Un evento que trascendió lo convencional y se convirtió en un viaje sensorial y emocional.
Inspirada en la intriga de “El Bosco El jardín de las delicias”, Marmorek construyó un universo inexplorado, habitado por criaturas misteriosas que desafían las etiquetas: seres que transitan entre el animal, la flor, la fruta y el artefacto. Confeccionadas en vidrio y cerámica, estas creaciones invitan al público a cuestionar sus percepciones y a explorar el espacio con una lente de curiosidad renovada.
El diálogo entre este enigmático jardín y piezas que exploran el amor, como la icónica “Tango”, añadió una dimensión emocional adicional a la exposición. El espacio de la galería se expandió gracias a un paisaje fotográfico surrealista, llevando a los visitantes más allá de los confines físicos y desafiando las percepciones tradicionales.
La técnica y los detalles presentes en cada obra dejaron a los asistentes asombrados. Hechas con materiales frágiles como el vidrio y la cerámica, estas piezas representaban una combinación excepcional de delicadeza y fuerza conceptual. Invitaban a la audiencia a explorar su propia fascinación interna, mientras derribaban las barreras preconcebidas entre lo vegetal, lo animal y lo creado por el ser humano.
En medio de esta experiencia visual, la exposición también exhaló una rara poesía visual que invitaba al público a confrontarse con su propia intimidad. Desde lo inusual hasta lo emocionalmente profundo, la inauguración de la exposición de Adriana Marmorek fue una noche que trascendió los límites del arte tradicional y se convirtió en una odisea en sí misma.
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