La nueva guerra fría en el espacio

Agosto 25, 2022
Astroséneca
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Escrito por Sergio Lleras/ Astroséneca 

La exploración espacial ha estado siempre precedida de intenciones o propósitos bélicos, así sus ramificaciones beneficien enormemente la ciencia y la tecnología. La carrera espacial de los años 60, como una competencia que simbolizó el enfrentamiento entre el capitalismo y el comunismo, había recurrido por parte de ambos contendientes a los buenos oficios de los técnicos alemanes que habían desarrollado los cohetes V2 que sembraron devastación y pánico en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Paradójicamente, la Unión Soviética y los EEUU, aliados en ese entonces, dejarían de lado odios e ideología para desarrollar misiles y ojivas nucleares con la ayuda de sus antiguos enemigos. Claramente tecnología e ideología son temas separables.

Casi 30 años de la llamada “Guerra Fría” estuvieron acompañados de un desarrollo sin precedentes en la astronáutica, los satélites de comunicaciones, sistemas de geolocalización, telescopios espaciales y los primeros laboratorios de investigación orbitando nuestro planeta, además de múltiples desarrollos militares ultra secretos, entre otros.

Sin embargo, con el resquebrajamiento de la “Cortina de Hierro” en los años 90 y los fracasos por defender colonialismos estilo Vietnam por parte de los EEUU, ambos contrincantes cambiaron el enfoque hacia un desescalamiento nuclear recíproco y una efectiva colaboración en ambiciosos esfuerzos, como la Estación Espacial Internacional, que comenzó a ensamblarse a partir del módulo ruso Zaryá (“amanecer”), significando un recomienzo luminoso de la colaboración espacial entre diferentes países europeos, Japón, Canadá y los EEUU.

La geopolítica ha vuelto a agitar el panorama de una nueva carrera espacial con motivaciones políticas. Por una parte, la invasión rusa a Ucrania y el enfrentamiento con la OTAN y las potencias occidentales ha acercado a la China hacia Putin, como una forma de defender aspiraciones más imperiales que comunistas. A su vez, contribuyen a generar inquietudes sobre posibles acciones contra Taiwan y la pretendida  respuesta de occidente, y muy especialmente del Japón, aún estigmatizado por sus acciones imperialistas en China y otros países del sudeste asiático durante el siglo pasado.

Aunque hace algo más de un mes la Agencia Espacial Rusa había manifestado la intención de retirarse de la Estación Espacial, la semana pasada aclaró que quizás se había malentendido la noticia, pues seguirá colaborando indefinidamente con el proyecto. Seguramente alguno de los científicos de ROSCOSMOS convenció a Putin de los posibles daños colaterales de una “Guerra de las Galaxias” con occidente, incluyendo comunicaciones, sistemas de navegación y una nueva ola de histeria nuclear, entre otros.

Simultáneamente China si está empeñada en demostrar superioridad tecnológica, construyendo una estación espacial propia, manifestando que llegará con una misión tripulada a la Luna antes de la misión planeada por la NASA y multiplicando misiones en el sistema solar. No sería de extrañar que Rusia juegue con una doble cara esta nueva etapa. Puede prestarle toda la colaboración científica y militar a China, mientras sigue compartiendo la tecnología espacial americana y europea. Al mismo tiempo mantendrá su beligerancia y animadversión hacia la OTAN, como un incómodo rezago de esa “Guerra Fría” que paradójicamente parece estar “calentándose” de nuevo.