Las nuevas redes del oscurantismo

Febrero 10, 2022
Astroséneca
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Escrito por: Sergio Lleras, miembro del Capítulo Astroséneca

Bien lo expresó hace más de 60 años el profesor y filósofo de las comunicaciones y los medios, Marshall Mc Luhan, cuando predecía la futura  “sociedad de la información”, donde “los medios son el mensaje”. En términos generales, parecía anticipar lo que ocurre con algunos contenidos difundidos a través Internet en redes sociales, propiciando la desinformación y el reacomodo de la realidad a unas post-verdades plagadas de eufemismos indulgentes con conductas indebidas o criminales, o exageraciones incendiarias para promover comportamientos turbulentos.

Nadie puede negar las bondades de difundir el conocimiento gratuitamente y en forma masiva. El problema surge cuando lo que se comparten son creencias, teorías conspiratorias y movimientos “anti“ en casi todos los fundamentos culturales y científicos de las sociedades arraigadas en nuestro planeta.

Estos movimientos, sin organizaciones visibles, ni propuestas e ideas claras, promueven acciones que abarcan, entre algunos ejemplos, oponerse a la vacunación contra el Covid-19, tumbar estatuas y monumentos de conquistadores tachados siempre de criminales étnicos, no consumir productos “químicos” o “artificiales” (¿?), oponerse a intervenciones médicas apoyadas en la ciencia y tecnología para mantener vigente la “sabiduría ancestral” de alguna minoría olvidada, o promover un “regresionismo” que descarte toda intervención y conocimientos humanos que puedan despertar represalias (tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes, etc.) de una resentida “Gaia”, o el nombre que quieran ponerle a una emotiva Tierra pretendidamente pensante y vengativa. Dejando a un lado a los alienígenas.

Quienes urden estas iniciativas han descubierto una nueva forma de manipulación que logra efectos más inmediatos y masivos que los utilizados en la política y los templos religiosos para impulsar sus respectivas creencias, obteniendo además jugosas ganancias económicas. Cuentan con un velo oscuro y anónimo que les garantiza gran impunidad.

No está demás aclarar que las creencias son lo opuesto al conocimiento, pues aquellas se apoyan en la fe en “algo que no puede ser probado”, mientras el conocimiento y la ciencia se basan en probar más allá de la duda hipótesis y teorías para incorporarlas.

Perpetuar la ignorancia parece ser el hilo conductor que asimila tan variadas iniciativas. Si las masas no piensan, lo mejor es armar un conglomerado muy nutrido con el menor conocimiento posible. Inercia bruta, en sentido literal y figurado. Algunos gobernantes, políticos y líderes sectarios han copiado estas estrategias. La responsabilidad sobre los contenidos se ha desviado hacia el contenedor (el medio), sin afectar mayormente a los  autores de los más exóticos exabruptos.

Cualquier error se le atribuirá a algún confundido “administrador de redes” que no supo entender bien lo que su jefe quería decir. Y así se logran hazañas como  invasiones de hordas al Capitolio en Washington,  o  quemas de varias estaciones de policía en nuestra ciudad, por mencionar sólo un par de sonados espectáculos mediáticos.

Se acabaron las cacerías de brujas, porque ahora las brujas parecen controlar a las mayorías. Solo que ahora son “influencers” , “youtubers”, “tuiteras”, con sus propias hogueras para castigar opositores.

Lo anterior refuerza la necesidad de seguir abogando por la transparencia, la necesidad de educación de calidad para todos y el combate a maliciosos mitos y leyendas que preservan intereses fanáticos o retardatarios. En cierta medida tenemos el deber ético de devolverle a la sociedad, en la medida de nuestras posibilidades individuales, al menos parte de los privilegios de haber recibido estímulos culturales, valores y conocimientos. Así ayudaremos a combatir la inequidad y la injusticia en nuestro entorno.

  • Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente reflejan la opinión de Astrosenceca como Capítulo de Afinidad de Uniandinos.