Las caminatas nos permiten conectarnos con la naturaleza, compartir con otros caminantes, crear nuevos lazos de amistad y camaradería con personas con las que compartimos intereses similares, a la vez que nos mantenemos activos físicamente. Las caminatas también muestran lo mejor de nosotros y nuestra reciedumbre, nos llevan a lugares maravillosos que no podríamos conocer por otros medios y nos acercan a nuestra esencia, a propender por lo esencial y, en situaciones adversas, a actuar como un equipo, ser solidarios e ir más allá del deber.
En ocasiones nos dejamos llevar por nuestra versión idílica de la salida o el destino al que iremos y solo nos imaginamos lo maravilloso que sería conocer ese lugar, sin contemplar todo lo que se requiere para poder llegar y estar allí de forma adecuada – lo cual no quiere decir con la mayor comodidad, sino con lo realmente necesario – previendo todas situaciones que se pueden presentar durante el recorrido. Muchos de los destinos naturales que recorremos están alejados de las poblaciones y, por lo tanto, en ellos no contaremos con servicios básicos como baño, agua potable, alimentación y atención médica, mucho menos con facilidades como refugio, señal de celular y energía eléctrica.
Ser descomplicado no quiere decir ser imprevisivo. La descomplicación es la que nos libera y nos permite disfrutar la naturaleza con humildad, mientras que la falta de previsión nos pone en riesgo y evita que podamos disfrutar el programa de lleno y, asimismo, que podamos cumplir nuestro objetivo.
A veces pensamos que las recomendaciones para las salidas a caminar por las montañas o por sitios agrestes son opcionales, o que nada va a salir mal ni va a estar fuera de lo que conocemos y controlamos, pero en la salida al páramo de Sumapaz el pasado 26 de enero experimentamos una serie de eventos que llevaron a otros. Empezamos el recorrido antes del punto previsto, dado que por las condiciones de la vía el bus no pudo subir más; además, hubo un cambio intempestivo de clima, con lluvia y un descenso fuerte de la temperatura. No todos los caminantes tenían la vestimenta apropiada y tampoco llevaban prendas adicionales adecuadas para soportar los cambios de clima que tuvimos; así, muy pronto uno de los caminantes tuvo síntomas de hipotermia y otro inició también este proceso.
Lo cierto es que, a pesar de las recomendaciones dadas previamente sobre las bajas temperaturas y los cambios de clima abruptos que suceden en los páramos, la indumentaria de todos no fue la correcta. En especial, los jeans no son apropiados porque, al mojarse, absorben bastante agua y no son de rápido secado, haciendo que se nos dificulte caminar por el peso extra del agua y por la fricción, pudiendo quemar la piel. Los jeans mojados hacen que el cuerpo pierda calor más rápidamente y consuma energía tratando de compensarlo. Los pantalones adecuados para las caminatas son de un material sintético y muy delgado que repele líquidos y, ante una exposición prolongada al agua, aunque se mojan, también se secan muy rápido; además, no se usan pegados al cuerpo, lo cual favorece que la piel no esté en contacto permanente con la fibra y con la humedad, además de protegerla del roce con plantas, ramas y otros elementos que se encuentran en los senderos.
Buscando detener el proceso de hipotermia, algunos caminantes compartieron sus bebidas calientes y algunos impermeables y guantes, lo cual ayudó temporalmente a evitar el avance de la pérdida de calor del cuerpo, pero, aun así, no fue suficiente para continuar la marcha, dado que la situación para los caminantes afectados no mejoraría sustancialmente y, además, se podría poner en riesgo a los caminantes que habían facilitado sus prendas.
Los caminantes con principios de hipotermia propusieron regresar al bus acompañados de otro caminante, pero ninguno conocía bien el camino; además había bastante neblina, por lo cual nuestro guía, que conoce muy bien el lugar, dijo que no era una buena idea, pues después tendríamos que buscarlos por todo el páramo. Por eso nos detuvimos faltando unos XX kilómetros para llegar al lugar planeado previamente, y regresamos a una zona menos desprotegida para almorzar, recuperar algunas calorías —y ánimos— y caminar de regreso al bus.
Esto fue lo que vivimos y no todo fue negativo, ya que pudimos disfrutar del imponente páramo de Sumapaz y experimentar por unos instantes las condiciones que hacen que este sea el mayor productor de agua de nuestro país. Y, aún más importante, esta experiencia nos sirvió para comprender que, para que un grupo pueda cumplir su misión con éxito (en este caso, realizar el recorrido propuesto, cuidando la integridad de todos), cada uno de los caminantes debe encontrarse en buenas condiciones y tan bien preparado como los demás. Es claro: los grupos avanzan siempre a la velocidad del más lento. Es decir: todo el grupo, unido, completa el objetivo inicial, o nadie lo hace. Por eso, luego de un par de horas de camino, no obstante que muchos querían continuar y que todos apoyamos con especial solidaridad a los menos preparados, las condiciones climáticas y los riesgos para la salud hicieron que los coordinadores de la caminata tomáramos la decisión de no continuar. Además, no teníamos ninguna certeza si las condiciones atmosféricas podrían empeorar en las horas siguientes.
Lo cierto es que el clima puede cambiar bastante rápido, que los páramos son especialmente impredecibles y que, aunque tenemos aplicaciones que hacen pronósticos razonables sobre el clima, el alcance de estas y su exactitud varían considerablemente con respecto a las condiciones reales; por eso, no es tan fácil planificar y prepararse específicamente para una fecha y un recorrido determinado, y los caminantes debemos estar listos siempre para todo. Nunca podremos controlar todas las variables, solo las que dependen directamente de cada uno de nosotros.
Nuestras prendas de vestir, nuestro calzado y todo lo que decidimos llevar en el morral sí depende de nosotros y se convierte en “nuestro todo” mientras estemos caminando. Es cierto que algunas de las cosas que llevamos probablemente no las usemos, pero sí aumentan el peso que cargamos… Es cierto que hasta decidamos llevar menos cosas, pero ¿qué tal que si las necesitáramos? ¿Y qué tal las requiriéramos con urgencia? Los riesgos de no tenerlas pueden ser muy altos. ¿Qué pasaría si no lleváramos los medicamentos esenciales en nuestro botiquín personal en caso de una situación adversa de salud? ¿Qué tal que nos cayéramos en un charco y nos mojáramos totalmente, o que en un instante perdiéramos el equilibrio y nos lesionáramos? ¿Y qué tal si hiciera tanto sol que nos afectara gravemente la piel hasta una quemadura de alto grado? ¿O si bajara tanto la temperatura que nos expusiéramos a una hipotermia, como en efecto sucedió? ¿Qué pasaría si se presenta una situación que, pudiendo haberla previsto, afecta nuestra integridad o simplemente nos impide disfrutar la caminata? Por eso debemos anticiparnos y estar preparados para posibles condiciones, tanto atmosféricas y geológicas como de salud, psicológicas o sociales, o incluso perdernos y que no podamos regresar de la forma planeada.
Recientemente, se han presentado casos como el del nevado del Tolima el pasado 31 de diciembre, donde por una serie de eventos y el no tomar las decisiones correctas en el momento correcto, se llegó a un desenlace fatal. Por eso en Caminandes nos preparamos, nos equipamos —recientemente adquirimos un moderno sistema de comunicaciones que no depende de la red celular—, nos asesoramos bien y compartimos el conocimiento y las lecciones de lo que nos sucede en cada salida; así aprendemos y prevemos futuras situaciones y riesgos. Nada es del todo predecible, pero hacemos periódicamente cursos de primeros auxilios y prácticas de rescate en zonas remotas; hemos entendido que cada caminata debe prepararse cuidadosamente, no solo por parte de los organizadores y los guías, sino también por parte de los caminantes.
Sin duda, esta experiencia hará que todos quienes participamos en la salida al páramo de Sumapaz nos preparemos aún mejor para nuestra próxima caminata; en Caminandes vamos a poner al alcance de nuestra comunidad información más directa y accesible, para que todos podamos seguir disfrutando de las caminatas plenamente, protegiendo nuestro bienestar.
Esperamos regresar pronto al páramo de Sumapaz y cumplir nuestro objetivo. Los ánimos están arriba.