Un planetario por cada estadio: entrevista a Germán Puerta

Octubre 13, 2021
Astroséneca
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Escrito por Sergio Lleras: 

El economista Germán Puerta, autor de múltiples libros de divulgación sobre la astronomía y de las ciencias, emprendió una campaña para promover la construcción de planetarios, como parte fundamental de la apropiación colectiva del conocimiento científico en nuestra sociedad. Ya comienza a mostrar frutos, como la reciente inauguración de Innova-Mente en la ciudad de Ibagué hace pocos días.

¿Cómo se gesta esta campaña de “un planetario por cada estadio”?

Como sabes, estoy dedicado a actividades de divulgación de la ciencia desde hace varios años. Como astrónomo aficionado desde muy joven, comprendí rápidamente la importancia que tiene la ciencia en la cultura general. Específicamente la astronomía tiene muchas cualidades, porque en primera instancia es muy divertida, al poder reconocer constelaciones o mirar planetas por un telescopio, por ejemplo.

Pero también es inspiradora. Muchos científicos reconocen estar en sus campos gracias a la astronomía, por una observación a través del telescopio, o la visita a un planetario. Estos conocimientos son esenciales para el empoderamiento personal de los individuos. Hoy día, tener conocimientos básicos de las ciencias es tan importante como saber de arte y literatura. Además, permite asimilar conocimientos en tecnología con mayor facilidad.

¿En qué forma se puede lograr la apropiación colectiva del conocimiento?

Estamos en el siglo del conocimiento. Comprender las tecnologías es fundamental en el desarrollo personal. Sin embargo la ciencia, en nuestro medio, no es un componente considerado importante por la mayoría de personas. Hay una especie de cisma entre lo que es cultura y la ciencia. Para muchos, la cultura comprende solo las bellas artes y las humanidades. Llevaría a preguntarnos si uno podría decirse culto, ¿sin saber de las ciencias básicas? ¿O del origen de la vida, del universo, del cambio climático, de la evolución o de tantos otros aspectos?

Aunque históricamente, en el siglo XIX, con el romanticismo se separó la ciencia de la cultura, que venía unida desde los tiempos de Galileo, por ejemplo.

Un ejemplo del cisma es que Colombia, con 1.050 municipios, sólo un municipio cuenta con una secretario de Ciencia, frente a todas las secretarías de cultura existentes. Ni siquiera Bogotá la tiene. Si miramos al Ministerio de Cultura, tiene 7 veces el presupuesto del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Está muy bien que haya festivales, conciertos, coliseos y estadios. Pero la ciencia, comparativamente, no tiene un apoyo tan decisivo.

¿La comparación de estadios con planetarios surge como una forma de evidenciar el cisma?

A grandes rasgos, en Colombia hay unos 180 estadios con sus tribunas y salas de prensa, pero apenas 3 o 4 centros de ciencia con planetarios. Este mal lo sufre toda América Latina. En Chile, por ejemplo, sólo hay 3 planetarios, 6 en Argentina. Se olvida que para los niños, la ciencia es divertida, al permitirles compartir la aventura del descubrimiento.

¿Hay motivos para el optimismo?

Hay cambios favorables en este momento. Existen varios motivos que apoyan la idea de estar acercándonos a un período en el cual la ciencia represente un aspecto clave del desarrollo personal, sin dejar de mencionar las contribuciones que realiza en temas vitales, como la pandemia o el cambio climático, por citar algunos. El primer aspecto fue la creación del Ministerio de la Ciencia, Tecnología e Innovación, que le dará fuerza a las dos ramas: la investigación y la apropiación social del conocimiento. Esta última es la que nos interesa.

Con la presencia de la denominada “Misión de Sabios” en 2019, se logró que ésta recomendara algunos elementos que apoyan algunas ideas de nuestros propósitos. En esencia recomendó que la cultura científica, ambiental y tecnológica debe ser una parte estructural de la cultura general colectiva.

A continuación, afirman que para lograr esto a gran escala, se necesita conformar una red a nivel territorial de lo que denominan “centros de ciencia”, con parques científicos, museos interactivos, museos de ciencia, planetarios, jardines botánicos y mariposarios, entre otros. Las recomendaciones fueron acogidas tanto por el Ministerio de Ciencia, como por el Departamento Nacional de Planeación. Ambas publicaron sus documentos. Uno fue el “Documento CONPES de Ciencia y Tecnología”.

Pero más importante fue la formulación de una política pública de apropiación del conocimiento, por parte del ministerio. El capítulo 7 incorpora un aspecto en el cual habíamos insistido mucho tiempo, donde el ministerio queda facultado para asistir y apoyar la formulación de proyectos de centros de ciencia por parte de entes territoriales y actores regionales.

¿Por qué se concentra la atención en el planetario y no en otro componente?

En  particular me refiero a los planetarios. Como saben, desde hace años estoy trabajando en el Planetario de Bogotá, de manera que conozco bien cómo es un planetario y los procesos que allí se dan. Esos domos tradicionales, que a propósito cumplen cien años de existencia el próximo año, atraerán toda clase de eventos conmemorativos en todo el mundo. Su propósito era poder mostrarle el cielo a las personas que habían perdido la posibilidad de observar cielos oscuros, por efecto de la contaminación lumínica.

De hecho, el 90% de los habitantes de grandes ciudades como Bogotá, nunca en su vida podrán observar la Vía Láctea. La van a ver en un planetario. Pero resulta que los planetarios se convirtieron en museos, con aulas para niños, auditorios y otras facilidades, cuyo centro principal sigue siendo el domo que presenta funciones “full dome” inmersivas con grandes imágenes y sonido, sin limitarse a la astronomía, sino abarcando casi cualquier rama de la ciencia. En consecuencia, los planetarios se han vuelto grandes centros de atracción, con una amplia cobertura poblacional.

No basta con sacar telescopios a un parque o realizar un festival de astronomía, que son actividades muy efímeras. La necesidad de una red o infraestructura amplia para la ciencia busca que ésta se convierta en algo cotidiano no solo para los niños, sino para toda la familia. Porque la familia es el objetivo de la cultura de integración científica de la sociedad. Porque los problemas y virtudes nacen precisamente en el seno de las familias. Los centros integran precisamente a la familia en los beneficios de la cultura, que a pesar de no ser fáciles de medir, son evidentemente benéficos.

Con estas ventajas, ¿por qué no hay más planetarios en Colombia?

La atracción de grandes audiencias dispuestas a pagar por una función de planetario haría pensar en que las taquillas no serían un inconveniente. Pero el sistema se planteó en Colombia como una inversión del Sistema General de Regalías, exigiendo la sostenibilidad operativa de los proyectos. Ningún museo en el mundo opera únicamente con los ingresos de taquilla. Pero si hay algunas externalidades, como tiendas de productos, franquicias y patrocinios que permitirían soluciones creativas, basados en una base de público importante. Un planetario de 15 metros de diámetro puede atraer 150.000 visitantes anuales, que son volúmenes mayores a los del Museo Nacional o el Museo de Arte Moderno.

Pero los proyectos son complejos. Hay muchos detalles operativos y arquitectónicos que requieren mucha especialización en temas económicos, administrativos, ambientales, de localización, estudios de mercado y costos. Hay una enorme cantidad de variables que se deben cumplir para acceder a los recursos disponibles en el Sistema de Regalías. Esperamos que lo que está escrito comience pronto a concretarse vigorosamente.

Sin el apoyo de gobernadores y alcaldes no es posible ejecutar los proyectos con recursos de regalías, como ocurre en Barrancabermeja, donde quieren celebrar su centenario con la inauguración de un planetario el próximo año. Pero sin alcalde, no hay paraíso. Es increíble que el destino de un territorio, en temas de ciencia y tecnología quede en la voluntad de un alcalde. O dependemos de si a un gobernador le gusta la astronomía o no. Se necesita entonces voluntad política y la existencia de políticas de estado.

¿Existen buenos políticos para estos propósitos?

Te voy a dar unos ejemplos de buenos políticos hacia las ciencias y las artes. Los Medici. Ellos entendieron que esos apoyos les servían para alimentar su popularidad. Y es lo que les digo a los políticos aquí. Estos proyectos pueden generar votos. Pero se requiere  políticas de estado que trasciendan los cortos períodos electorales. Sin ello no es posible una consistencia del ecosistema social y científico. Por ejemplo, una política de estado fue la de Kennedy en 1961, al plantarse frente al Congreso y proponer que antes de terminar la década los EE. UU. pondrían un hombre en la Luna.

De hecho, a pesar del asesinato del presidente, el objetivo se cumplió, pues era una política de la Nación entera, que se había propuesto derrotar a la Unión Soviética en su carrera a la Luna. Aquí necesitamos algo similar. Ha habido buenos políticos, como Virgilio Barco con el Planetario de Bogotá, o el Gobernador de Antioquia con el Parque Explora. Pero para que no sean casos aislados, se necesita crear políticas de estado consistentes y realizables. Uno siempre tendrá que contar con los gobernantes y los políticos.

¿Qué proyectos se vislumbran a corto plazo?

Esta semana estuvimos inaugurando el Parque Innova Mente en Ibagué. Sin embargo, cada proceso es toda una novela. Bogotá, con el Planetario Distrital y Maloka fueron unas novelas. Normalmente, el Estado ha estado ausente de esos desarrollos. Sin embargo, en este nuevo parque, al contrario, si estuvo involucrada la Gobernación, junto con la Universidad del Tolima. Lo sacaron adelante, incluyendo recursos de regalías, pero se tardaron muchísimos años.

El problema no es el dinero, que como dicen, es el menor de los problemas. No hay proyectos. Creo que en este momento, el más avanzado es el planetario de Sopó en la biblioteca pública municipal que se está construyendo. Yo motivé que pensaran en un planetario, que ya tienen cotizado y previsto.

Luego viene el planetario  y observatorio de Tunja, que cuenta con estudio de factibilidad, con un valor estimado en unos $15.000 millones. No los consiguen por regalías, porque precisamente no existe esta política deliberada de hacer estos centros de ciencia. Así, van a hacer una alianza público-privada para hacerlo.

Luego viene el planetario de Cali, en el nuevo centro de ciencias, arte y tecnología que el alcalde quiere construir en las antiguas instalaciones del Club San Fernando. Hemos trabajado con los grupos de astronomía de Cali: ASAFI, ANTARES y la Escuela de Astronomía de Cali para presentarle al alcalde la idea que allí se instale el planetario, que además le traerá audiencia. Claro que también podrían hacer una montaña rusa, para ese propósito.

Otro es de Barrancabermeja, que ya mencioné. Tiene muchos problemas, por falta de voluntad política del alcalde. En Cúcuta están trabajando el Centro Eureka, promovido por la Fundación El Cinco a las Cinco. En Pasto está avanzando el Centro promovido por Alfonso Quijano, famoso astrónomo local. Una primera fase con observatorio, y una segunda con planetario.

Para finalizar, debo decir que para lograr estas cosas se necesitan tres elementos fundamentales. Primero, mucho conocimiento y apoyo de expertos que conozcan a fondo los temas involucrados. Segundo, mucha imaginación para resolver problemas y situaciones nuevas e imprevistas,  de una forma creativa. Y la tercera es la determinación. Esto no es para los débiles que actúan sin convicción. No sobra recalcar que todos los males proceden siempre de la ignorancia, ya sea por el entorno familiar o deficientes condiciones de educación académica. Por eso es un deber combatir la ignorancia.