El pasado fin de semana, un grupo de 13 caminantes de Caminandes vivió una experiencia profundamente conmovedora en las Cuchillas de Siecha, dentro del parque Nacional Natural Chingaza. Acompañados por un clima cambiante y el esplendor del páramo, esta travesía se convirtió en una oportunidad para conectar con la naturaleza desde la resiliencia y el asombro.

La caminata inició en el Refugio Piedras Gordas, siguiendo un sendero paralelo al arroyo Cane, rodeado por imponentes frailejones de las especies Espeletia grandiflora y uribei, fundamentales en el equilibrio ecológico del páramo. A medida que el grupo ascendía, el cielo fue cubriéndose, dando paso a la típica llovizna del páramo. Fue entonces cuando la preparación marcó la diferencia: impermeables, capas, gorros y guantes hicieron parte esencial del trayecto.

A pesar de la neblina, el grupo llegó a la cima, donde hizo una pausa para almorzar, imaginando cómo lucirían las famosas lagunas desde ese punto. Poco a poco, como un acto de generosidad del entorno, la neblina comenzó a despejarse. Primero tímidamente, luego con mayor claridad, se dejaron ver las lagunas de Siecha y Fausto, seguidas por las Cuchillas que las enmarcan. Un espectáculo natural que fue recibido con emoción y silencio agradecido.

El grupo aprovechó el momento para capturar imágenes desde todos los ángulos posibles y dedicar un minuto de reflexión, acompañado por el canto sutil de una ranita del páramo. Fue un cierre perfecto para una jornada cargada de significado y conexión con el territorio.

Uniandinos y Caminandes agradecen especialmente a Claudia Botero, guía de la actividad, y a Ana Arias, guía local del parque, por su acompañamiento y conocimiento. También extienden un reconocimiento a cada caminante que hizo parte de esta salida por su espíritu de aventura y respeto por el entorno.

Caminandes continúa promoviendo rutas que, más allá del desafío físico, ofrecen experiencias de contemplación, aprendizaje y cuidado de nuestros ecosistemas más valiosos.