Es uno de los pocos autores japoneses que han dado el salto de escritor de prestigio a autor con grandes ventas en todo el mundo. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka, el Jerusalem Prize o el Hans Christian Andersen, y su nombre suena reiteradamente como candidato al Nobel de Literatura.
La ficción de Murakami, que a menudo es tachada de literatura pop por las autoridades literarias japonesas, es humorística y surreal, y al mismo tiempo refleja la soledad y el ansia de amor en un modo que conmueve a lectores tanto orientales como occidentales.
A pesar de que una de sus novelas más populares, Tokio Blues, no entra en la categoría de realismo mágico, la mayoría de sus obras cuentan con personajes extravagantes, puertas que pueden convertirse en pasajes a otras realidades, animales que pueden convertirse en profetas y episodios oníricos que dan respuestas a las incertidumbres de los protagonistas. Su carrera literaria no consta solo de novelas, también de recopilación de relatos, ensayos y cuentos ilustrados.
Es un defensor de la cultura popular. Le encantan las series de televisión, las películas de terror, las novelas de detectives, la ropa de sport, las canciones pop, ya que todo ello le sirve como nexo con los lectores. Murakami es un amante de la música. Particularmente del jazz. De hecho, antes de comenzar su carrera como escritor, tenia un pequeño club cerca de la estación de Sendagaya, en Tokio. Por ello, casi todos sus libros, cuentan con una pieza que resuena durante sus capítulos, títulos referidos a una canción en particular, como Dance, Dance, Dance (The Dells), Norwegian Wood (The Beatles), entre otras.
Las mujeres, y sus relaciones con los hombres, siempre han sido una figura central en la literatura de Murakami. En los libros del japonés, ellas gozan de una belleza singular y, a su vez, espectral, típicamente japonesa. Son encantadoras, sensuales y están llenas de vitalidad. Ellos, en cambio, son insípidos, torpes, un tanto asociales tanto con su entorno como emocionalmente hablando y suelen ser portadores de un enigma inescrutable. Ambos protagonizan relaciones asimétricas cargadas de nostalgia y sexualidad. Haruki acostumbra a describir exhaustivamente los sentimientos de pareja que siempre culminan en el sexo. Ocurre, entre otras, en sus obras Sputnik mi amor, 1Q84 y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
No sólo estas relaciones son descritas con todo lujo de detalle. También sus personajes y todo lo que les rodea: desde su indumentaria, hasta los platos que comen y los lugares donde se desarrollan las escenas. Está comprobado que, en gran parte de sus obras, cada veinte o treinta páginas, hay una amplia descripción de cómo van vestidos todos y cada uno de los personajes.
En 1986, con el enorme éxito de su novela Norwegian Wood, abandonó Japón para vivir en Europa y América, pero regresó a Japón en 1995 tras el terremoto de Kōbe, donde pasó su infancia, y el ataque de gas sarín que la secta Aum Shinrikyo (‘La Verdad Suprema’) perpetró en el metro de Tokio. Más tarde Murakami escribiría sobre ambos sucesos.
Los finales abiertos es otro de sus sellos en los libros que escribe. Aunque no es definitivo, muchos lectores creen que esa es parte de su magia, pues invita al lector a pensar y le da total libertad para ello.
Te invitamos este 18 de febrero al evento “Los mundos oníricos de Haruki Murakami” donde Mariana Vargas Fety (Comunicadora social con énfasis en Periodismo de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá) ahondará un poco más sobre la vida y obra de este gran escritor.
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