LA DEMOCRATIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO

Junio 30, 2022
Astroséneca
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Escrito por: Sergio Lleras, Astroséneca

El saber, al igual que la cultura personal, se construye a partir de acumular mucha información, discernir lo valioso de lo poco útil, para construir nuestros propios arquetipos, que continuarán alimentando y refinando el proceso. Los avances científicos dentro de una comunidad globalizada son más complicados, pues ya no dependen de gustos o preferencias individuales, sino de protocolos, pruebas y procedimientos de gran rigurosidad  académica.

El primer  escollo en esta complicada  labor constituye la inmensa cantidad de información existente, dificultando enormemente su selección meticulosa para asegurar que su calidad y características  generales sean pertinentes para el propósito perseguido. Desde las primeras máquinas automatizadas de cómputo (o bien llamados “ordenadores” por los franceses), las ciencias estadísticas experimentaron una revolución inesperada.

Combinar inmensas cantidades de datos en forma sistematizada para producir nueva información es hoy en día un elemento tan cotidiano, que no sorprende a nadie. Gracias a las técnicas y tecnologías de digitalización de información de todo tipo (sonido, fotografía, textos, etc.), la difusión masiva de contenidos es el centro de atención de la aldea global. Hoy día las bases de datos, los sistemas de “inteligencia artificial”, modelos de simulación, robots o realidades virtuales son elementos de consumo popular.

En el campo de la astronomía y ciencias relacionadas, las grandes instituciones científicas del planeta han adoptado un enfoque pragmático en lo relacionado con el análisis y validación de hipótesis, facilitando el procesamiento descentralizado de datos realizado por voluntarios y entusiastas que usan herramientas informáticas abiertas y libres, desarrolladas para tal propósito.

Durante los últimos treinta años, los científicos y académicos comprendieron que el monumental acopio de datos e información que realizaban los observatorios, telescopios espaciales y centros de investigación resultaba abrumador para ser analizado siquiera por la totalidad de investigadores calificados existentes. Además, el volumen  crecía en forma exponencial.

La informática logró el milagro. Mediante el desarrollo de “sistemas expertos”, las labores de calibración,  depuración y análisis de datos se incorporaron dentro de las rutinas y protocolos de investigación de tareas específicas, como la búsqueda de exoplanetas, por ejemplo. De tal forma, gran parte del proceso previo se podía delegar a voluntarios que utilizarían sus propios computadores para procesarlos con los sistemas atrás nombrados.

Los expertos podrían dedicar sus esfuerzos a analizar y validar únicamente a los candidatos con mejores posibilidades de acierto. Algo similar ha ocurrido con los sistemas de búsqueda de inteligencia extra-terrestre (SETI, por su sigla en inglés), que envía paquetes de grabaciones del cielo, captados en frecuencias de radio, a computadores personales que analizan posibles patrones “inteligentes” corriendo programas en segundo plano durante los tiempos que los usuarios no están utilizándolos. Así se logra una inmensa capacidad combinada de cómputo, con unos costos subsidiados por los agradecidos colaboradores anónimos.

Este proceso ha cambiado el paradigma de los grandes descubridores misteriosos y solitarios, por el de una comunidad global que comparte los méritos a través de la divulgación, la educación y la colaboración, para lograr conocimientos que benefician a la ciencia de todos.