El descubrimiento por el saber

Marzo 17, 2023
Astroséneca
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Escrito por Sergio Lleras/ Astroséneca 

La ignorancia es como un velo oscuro que nos oculta posibilidades de acceder al conocimiento y la cultura. La educación, por el contrario, es una luz que lo destruye y ahuyenta para siempre. La batalla entre el oscurantismo y la iluminación ha servido de inspiración para todo tipo de organizaciones políticas, religiosas, civiles y humanitarias.  

Y siempre hay bandos claros: quienes se apoyan en creencias y fanatismos para imponer lealtades incondicionales; y aquellos que propenden por ideas de libertad y principios de igualdad e inclusión. La exitosa saga de la “Guerra de las Galaxias” es una clara alegoría pertinente.  

En la antigüedad los sacerdotes de diversos cultos, así como los adivinos y magos que pretendían poder predecir los designios del destino (dictado por el poder sobrenatural de sus creencias), desarrollaron diferentes herramientas para dicho propósito. Algunos interpretaban los patrones de las vísceras de animales sacrificados en rituales místicos, mientras otros abogaban por predestinaciones causadas por patrones cabalísticos o astrológicos. Muchos de ellos eran los preferidos de reyes y poderosos, que pensaban que una información oportuna les permitiría evitar hasta la misma suerte. Además, los oficiantes les servían para ejercer su dominación sobre las masas ignorantes. 

Muchas de las conquistas sociales provienen precisamente de iniciativas de grupos que se sentían doblegados por regentes que despreciaban la sabiduría, los principios, el sentido común y las necesidades vitales de dichos súbditos. La oposición, furibunda y violenta en algunos casos, provino generalmente de aquellos que sentían erosionado su poder político o religioso. La ciencia, en su acepción moderna, sin ser un movimiento político o religioso, adoptó una metodología de razonamiento y prueba, apoyada originalmente en los postulados de Descartes.  

Volver la duda metódica una virtud de la investigación, es quizás uno de los mayores hitos en la historia del pensamiento humano. Abandonar el dogmatismo de las “verdades absolutas” y remplazarlas por técnicas de validación estadística terminó de afianzar el método científico como la disciplina básica que sustenta la aproximación al saber, en su sentido más amplio. 

Los primeros científicos fueron personas adineradas, o nobles, pues eran los únicos con acceso a una educación avanzada, negada para los pobres y artesanos. Gracias a la democratización de la educación superior, promovida especialmente por los jesuitas a partir del siglo XVIII, sin distingos sociales ni religiosos, la “gente libre” pudo acceder a la universidad. La industrialización aportó una creciente necesidad de técnicos y profesionales, generando un verdadero círculo virtuoso entre academia e industria. 

La receta para la ciencia parece ser una gran dosis de curiosidad y ansias de conocimiento, apoyadas en una rigurosa disciplina y obstinación para buscar respuestas experimentales a preguntas profundas, dentro de un sentido de generosa colaboración con colegas y centros del saber. El azar juega también un importante papel, pues con frecuencia los experimentos arrojan resultados inexplicables. Y en la búsqueda de la explicación suelen aparecer descubrimientos sorprendentes.