Tauromaquia en Colombia: ¿Por qué debemos preservarla?

Mayo 11, 2021
Porra
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Escrito por: Pablo Santamaría

¿Por qué votar quinientos años de arte y cultura a la caneca? La impopular y polémica fiesta brava tiende a levantar la duda de varias personas, en realidad de casi todas, sobre las razones que tenemos nosotros los taurinos para ir a una corrida. La tauromaquia me ha acompañado desde que tengo memoria y conocimiento del mundo.

Crecí en una familia sin duda alguna 100% taurina. Mi bisabuelo, don Ignacio Sánz de Santamaría, fue el que construyó, fundó e inauguró la Plaza de toros de La Santamaría en Bogotá por muchos años. Gonzalo Santamaría, el primo de mi papá, es el dueño de Mondoñedo, la ganadería más antigua de Colombia, y una de las más prestigiosas. Mi abuelo, Jaime Santamaría, y mi papá, Camilo Santamaría, ambos fueron presidentes de la porra taurina de Uniandinos, la más grande de Colombia. Finalmente estoy yo, decidido a ser taurino desde antes de mi nacimiento para continuar con la tradición familiar. La primera corrida a la que asistí fue a los cinco años. Y no les voy a mentir: a todos, la primera vez, les da duro ver a los toros ser matados. Pero eso no apagó mi curiosidad de seguir yendo. Siempre me llamó la atención la delicadeza y finura de los pases, en cada corrida todo un espectáculo era orquestado. Seguí yendo a corridas.

Al cabo de los años fui adentrándome en este mundo cada vez más y fui entendiendo el verdadero arte y amor por los toros. Hoy en día me conformo como un taurino afiebrado, y puedo garantizar con certeza que es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Nadie acá está obligado a ser taurino, pero sí a estar correctamente informado antes de tomar una posición al respecto. La tauromaquia debe ser preservada dentro de Colombia debido a que fomenta el arte y la cultura dentro y fuera del país.

1) ¿Cómo era el mundo hace 600 años? La verdad es que no sé, pues no lo viví. Ninguna persona de nuestra cotidianidad lo vivió. Pero, ¿Cómo saber cómo era el mundo en esa época? La respuesta es simple: la tradición tanto oral como literaria han mantenido y conllevado toda aquello de esta época. Y la tauromaquia no podría ser mejor ejemplo. En 1400, las sociedades comenzaban a nacer, Europa era el foco mundial, y los imperios y potencias predominaban en la región. El mundo allá atrás era muy distinto al que encontramos hoy en día, esta era la Edad de Bronce. En el año 1455 nacía la primera corrida de toros, que constaba de un rejoneador en un caballo probando su valentía arriesgando la vida y la muerte. Algo en el mundo nunca antes visto era creado.

La manera en que un mortal se paraba frente a una bella bestia que le quintuplicaba el peso y salía con fuerza bruta a matarlo, demostraba la hermosa reflexión entre la vida y la muerte, y como alguien se lanzaba al ruedo para dejarle la mejor faena al público. Esto fue simplemente lo que cogió la atención de toda una nación. A una corrida en España atendía desde el más plebeyo de los plebeyos, hasta el oligarca supremo más importante de la zona. La época de corridas era una época de fiesta, celebración, y alegría. A medida de los años, ocurrió el descubrimiento de América, que, por petición del rey Fernando, inculcó la cultura taurina dentro de los países latinoamericanos. También, otros países europeos adoptaron esta tradición, y hoy en día la tauromaquia se preserva dentro de ocho países: México, Colombia, Perú, España, Ecuador, Venezuela, Francia, y Portugal.

A partir de esto, la fundación y desarrollo de Colombia fue acompañado con la tauromaquia desde un principio. Y sí, la tauromaquia sí es tradición. No acompañó ni fue secundada por toda Colombia, pero se ha logrado preservar y debe continuar de esta manera. Es de completa ignorancia negar que los toros no son tradición. Oiga, 500 años no es cualquier pendejada. Y mucho menos una cultura más antigua que nuestro país. Pensar que toda la fiesta brava estuvo a punto de ser completamente prohibida en Colombia por un par de gobernadores antitaurinos realmente me entristece de corazón. La manera en que políticos han usado la tauromaquia como un oportunismo para su imagen también me enfurece. En gran fortuna mía, y de muchas otras personas, la Corte Constitucional tuvo la certeza de validar todos los antecedentes, asimismo desarrollando la ley C-666 de 2010.

Esta es una legislación que nos mantiene a nosotros los taurinos con esperanza, pues esta “considera la fiesta brava parte del arraigo cultural” (La FM). Y seguramente esta ley enfurece a mucha gente, pues se preguntarán que tiene la tauromaquia para entregar. Pero yo, consecuentemente pienso, ¿Cómo es posible borrar de la existencia algo tan poderoso y fuerte como lo es la tauromaquia? La mayoría de Colombia espera el momento en que se cierren las corridas. ¿Y qué pasa después? ¿Las corridas no vuelven a ser mencionadas y ya, punto final? Pues no. Una cultura y tradición no puede ser borrada del mapa. Los humanos nacimos para crecer, aprender, y llevar todo lo inculcado a la siguiente generación.

El sistema general de la sociedad no le apunta al simple hecho de acabar con todo lo del pasado. Debo agradecer personalmente que tuve la oportunidad de asistir a toros, y siento la responsabilidad de continuar llevando este gusto a mis hijos, e hijos de mis hijos. Tradición es tradición, punto.

2) La pandemia nos ha hecho lamentar algo a todos, pues el nacimiento del coronavirus nos ha afectado de alguna manera u otra generando algún tipo de problema, ya sea personal o general. Y sí, puede que mis preocupaciones no sean lo más grave del mundo, o que no sean de vida o muerte. Pero, de inmediato pienso en la vida de muchas personas. ¿Qué serán de los monosabios? Los monosabios son las personas responsables de la logística general y limpieza de la plaza durante la época de feria taurina. Entonces, ¿Durante la pandemia han estado en condiciones de mantener a su familia? ¿De dónde consiguen el apoyo económico suficiente para pagar la renta o la comida? Bueno, hay miles de cosas que me preocupan. A raíz de esto, pienso inmediatamente en muchos otros trabajos que nacen de la plaza: está la propia cuadrilla de cada matador, que se compone de picadores, banderilleros, y ayudantes personales, los vendedores ambulantes dentro de la plaza, los de la taquilla de boletas, las personas del aseo, los fotógrafos, el inmenso personal de logística, policías, bomberos y paramédicos.

También están los empleos indirectos que nacen de una corrida tales como los músicos que tocan zarzuelas y pasodobles durante la fiesta. Incluso se puede ampliar el rango del fomento de empleos a los meseros y dueños de restaurantes locales taurinos que rodean la plaza, pues cada temporada en enero y febrero sus mesas las llenan aficionados que se dirigen a una corrida. Una corrida es fuente principal de empleo, y la pandemia me ha hecho reflexionar mucho sobre qué pasaría si los toros llegan a ser cancelados por completo como lo ha hecho la pandemia.

El coronavirus en realidad es un experimento social que demuestra cómo la prohibición de corridas en Colombia acabaría completamente con numerosos empleos, asimismo contribuyendo a la temible tasa de desempleo del 20%. Y se extiende más, pues si un restaurante taurino al lado de la plaza cierra, se irrumpe una larga cadena alimenticia de productos.

Y la plaza no es sólo eso. Al pertenecer al distrito, la plaza de toros de Santamaría es la encargada de darle al estado una porción de sus ingresos durante la feria taurina, el cual es invertido posteriormente por la gobernación de la capital en educación, transporte, infraestructura, y otros sectores. Desde el año 2000, se han contado más de 10 billones de pesos, “el cual la Plaza de La Santamaría y la Corporación han donado para la construcción de estos” (¿Cuánto dinero mueven los toros en Bogotá?). Con la tremenda ayuda económica que proporcionan las plazas alrededor de Colombia, al fin de cuentas se está mejorando la economía general por todo el país.

Algunos dicen que los toros no son más que una pérdida de tiempo y plata. Pero no. La contribución de esta desmiente este mito a través de las cifras monetarias. Y no soy ningún economista, pero 10 billones de pesos dirigidos al IDRD seguramente han sido los responsables de desarrollar magníficas y numerosas obras para Bogotá y Colombia.

3) Me pongo a pensar en el mayor argumento que tiene la gente para despreciar los toros. Y sin duda alguna es el maltrato animal. Y a los antitaurinos realmente les enfurece esto en las corridas. Pero acá yo no vengo a decir que este no es un argumento válido, porque sí lo es sin cuestión alguna. Yo vengo acá a desmentir el pensamiento que deambula en la cabeza de varias personas, porque es completamente erróneo y malinterpretado lo que piensan y llevan de prejuicio hacia los toros. Yo bien entiendo que miles de toros al año son asesinados, pero el error en el contraargumento antitaurino es que las corridas evitan la extinción de los toros. Y esto no me nace de mi afición incondicional a la tauromaquia. Esto nace de Pablo Santamaría, un alumno que investigó a profundidad la raza del toro de lidia y su contexto histórico.

El toro de lidia, “también denominado toro bravo, designa a los especímenes macho de una heterogénea población bovina​ desarrollada, seleccionada, y criada para su empleo en diferentes espectáculos taurinos, como las corridas o los encierros” (Wikipedia). Un toro de lidia es exclusivo y único en su raza, lo que me lleva a investigar a mayor profundidad esta especie.

El toro de lidia fue una vez usado para la ganadería, y posteriormente para su venta y distribución de carne. Este negocio no prosperó, pues en el mercado no se vendió la carne de esta. ¿Y por qué? Su carne es muy dura para ser consumida por un humano. Asimismo, su propósito ganadero se desvaneció y llevó a las ganaderías a proponer que dejaran de reproducir a los toros de lidia, de esta manera extinguiéndose en consecuencia. Pero no. La raza más brava de toros en el mundo si tenía que servir para algo: el toreo. Un toro de lidia nace para ser criado, y finalmente ser llevado a una plaza para morir con los mayores honores. Con una prohibición absoluta de las corridas en Colombia, las ganaderías se verían expuestas y obligadas a dejar de reproducir esta raza, de esta manera acabando con los toros de lidia.

Estos podrían ser considerados los animales que reciben mayor cuidado y atención por parte de los humanos, después de los perros y gatos. Tomando como ejemplo la ganadería de Mondoñedo, localizada en un municipio al sur de Bogotá, se puede analizar a profundidad el paso de un toro desde su nacimiento hasta su llegada a La Santamaría. Cada toro de lidia tiene su propia hectárea para correr y vivir. Son alimentados lo suficiente para crecer sanos y con fuerza.

Finalmente, estos reciben la mejor atención médica, debido a que deben de estar en su mejor físico para poder llegar con fuerza a la corrida. Esto se podría contrastar con una ganadería convencional de vacas o cerdos, que crían a sus animales sin ningún cuidado, son cebados en contra de la voluntad del animal, y finalmente son masacrados ya sea con un choque eléctrico de mayor fuerza, o un martillazo en la frente. El toro de lidia es un animal tratado con respeto y honor.

 4) He oído a muchos amigos y familiares preguntarme, ¿De dónde sale el arte y cultura en una corrida de toros? Cada vez que recibo esa pregunta, siempre me imagino a mí mismo sentado en la plaza, disfrutando de una corrida. En términos simples, lo que más me llama la atención cuando estoy en una corrida, es la fuerte reflexión que se hace con la vida y la muerte.

El hecho de que un torero arriesgue su vida, siempre dejando lo mejor de sí mismos, sin mover un centímetro de su cuerpo en cada pase, demuestra lo valioso y emocionante que es presenciar una corrida. Hay veces en que les respondo que es algo indescriptible lo que siento. Y sí, sí lo es. Muchos salen a decir que solo lo digo para salir del paso y ponerlo como una excusa para ir a toros. Pero esa es la verdad: lo que uno siente de arte en la plaza, sólo lo puede sentir uno exclusivamente en la plaza. Y si no ha ido a toros alguna vez en su vida, pues vaya. ¿Quiénes somos para juzgar? Y no es sólo una corrida. La felicidad y cultura realmente se siente durante toda la feria taurina, ya sea dentro o fuera de la plaza.

(Para esta siguiente parte recomiendo poner un pasodoble, ya sea el Gato Montes o Nerva). Es un domingo de febrero por la tarde, llegamos a La Puerta de Alcalá en tónica de felicidad y celebración. Nos sentamos en una mesa para más de veinte personas, pedimos tapas, los adultos sacan su bota, y un show en vivo de flamenco empieza. El ambiente es indescriptible, uno siente que todas las personas que los rodean son amigos de uno, como si uno los conociera desde la infancia. Poco a poco suenan los pasodobles, y mi corazón palpita de la emoción, y regocijo comentando la corrida que acabamos de presenciar. Pasamos un buen rato en familia, y finalmente, después de comer, nos devolvemos a la casa. Satisfechos de un día más de feria, nos vamos a dormir con felicidad, y ansias de volver a toros el próximo domingo.

El arte puede ser interpretado de numerosas maneras. Y a los toros no le llaman el arte de las artes por ninguna razón. De la tauromaquia nace una gran rama de artes, consecuentemente cubriendo la mayoría; literatura, teatro, poesía, escultura, danza, música, pintura, cine, entre otras. Todas estas ramas mencionadas han tenido una relación con la tauromaquia, ya sea directa o indirecta. La tauromaquia le abre las puertas al arte y a la libre expresión. Vemos a “Pablo Picasso, Edouard Manet, Francisco de Goya, Miquel Barceló, Fernando Botero, Equipo Crónica, Joan Miró, Eduardo Arroyo, Luís Fernández, Pablo Gargallo, Gutiérrez Solana, Daniel Vázquez Díaz, Ignacio Zuloaga y otros hacer parte de la comunidad tauro que expresa su afecto a la tauromaquia mediante su arte” (Taurología).

El impacto que han dejado estos artistas con sus obras alrededor del mundo, han sido capaces de mantener la chispa taurina prendida. El poder de expresar una corrida en un lienzo ha sido capaz de mover el mercado y la industria artística, asimismo probando que esta es el arte de las artes.

Vengo a terminar mi columna con una aclaración: los toros no son para todos, este es en realidad un gusto adquirido que sólo le llama la atención a muy poca gente. Y yo hago parte de esa minoría que le gusta y le llama la atención. La sociedad actual desprecia la tauromaquia en su gran mayoría, y diariamente me enfrento a malas relaciones y malas miradas, por gente que inmediatamente piensa que tengo el perfil de un asesino o psicópata por el simple hecho de ir a toros.

Ser minoría no es fácil, sin embargo, esto me lleva a agarrar los estribos y lanzarme al ruedo para proteger a las corridas de toros en Colombia. Hay gente que va a toros por pura farándula, para tomar trago, tomarse unas fotos, etc.… Pero yo voy a los toros con un mero propósito: observar. Observar, analizar, y disfrutar, son los tres pilares que me hacen ir a las corridas cada año, para sentir en las venas la euforia y emoción de una corrida. Y no pienso dejar esto atrás. La tauromaquia hace parte de mí, y estoy dispuesto a dar todo hasta poder mantener y preservar la fiesta brava en Colombia. La afición ama a los toros, yo amo a los toros, y espero que el que esté leyendo se dé la oportunidad de ir alguna vez.

Bibliografía: